Con la vejez, el descenso de los niveles de la hormona
testosterona que se produce en el hombre, provoca algunos efectos. El cambio fisiológico
más resaltable en la sexualidad del hombre se da en la erección. Con los años,
la erección se vuelve menos rígida y duradera. Además, se alarga el periodo refractario,
es decir el tiempo transcurrido entre una erección y la siguiente luego de
haber eyaculado.
El orgasmo no se modifica significativamente con la edad,
aunque sí disminuye la cantidad de semen eyaculado. Todos los cambios anteriormente
descritos no tienen por qué perjudicar al hombre y sus relaciones sexuales,
aunque algunos viven este proceso como una angustiosa falta de virilidad. También
puede afectar a la pareja, sobre todo si existe falta de información y
comunicación.
En un pequeño porcentaje de hombres, a partir de los 60, se
produce el denominado “climaterio masculino”. Se caracteriza por cansancio, falta
de apetito, disminución del deseo sexual, menoscabo o pérdida de potencia,
irritabilidad y dificultad de concentración. Este cuadro se atribuye asimismo
al descenso de los niveles de testosterona, por lo que puede estar indicado el
tratamiento con dicha hormona.
La sexualidad de las mujeres, a partir de la mediana edad,
tiene mucho que ver, en cuanto a la satisfacción y actividad, con los patrones
de experiencia y con el bienestar experimentado en la juventud. La vida sexual
de las mujeres mayores está condicionada por diversos factores. Uno de ellos
tiene que ver con la educación restrictiva y limitadora que las generaciones de
más edad recibieron en su juventud. Algunos mitos acerca de la feminidad
interfieren de manera significativa con el sentimiento de deseabilidad respecto
a su cuerpo; sin embargo, según Stokes y Fredericli-Recascino (2003), sentirse
sexualmente atractivas es uno de los elementos básicos para la satisfacción vital
y la felicidad de las mujeres mayores/mayores que disponen de buena salud. Otros
factores psicológicos también influyen en la experiencia sexual de las mujeres
a partir de la mediana edad con el hecho de sentirse libres de preocupaciones
acerca del embarazo. Por el contrario, las preocupaciones familiares o
económicas; el desentendimiento con la pareja y el trabajo pueden interferir
negativamente en la experiencia sexual en la edad mayor. La actividad sexual
disminuye claramente en aquellas mujeres que en ese periodo pierden a su pareja.
Según Puchs (1979), todas las evidencias señalan que la
mujer aumenta con los años su goce y su habilidad sexuales; sin embargo, después
de los sesenta años se suele encontrar una menor cantidad de mujeres activas
sexualmente que de hombres. A pesar de que los varones con la edad pierden
capacidades para la actividad sexual y las mujeres las aumentan, lo cierto es
que éstas sufren un mayor aislamiento social en lo que a la actividad sexual se
refiere cuando son mayores.
Hay muchas falsedades que repercuten negativamente en la
normalización de tal conducta.
Es evidente que la vida sexual de las mujeres de mediana
edad del futuro se verá beneficiada por los cambios que se han producido en las
normas sociales y culturales que incluyen todas las facetas de la actividad
sexual, desde la iniciativa hasta el control de la natalidad, pasando por el
aborto, el sexo prematrimonial, la sexualidad lésbica y, sobre todo, la
aceptación social de la mujer como ser sexuado a lo largo de toda la vida.
El envejecimiento no influye en una posible pérdida del
deseo sexual, éste puede estar presente de hecho hasta el momento de la muerte.
Hay estudios que incluso apuntan a que la libido, en algunos casos, aumenta a
lo largo de la vida. Si ocurre esta pérdida, se debe más a cambios
psicológicos, creencias o estereotipos erróneos. El principal condicionamiento,
por supuesto, son los cambios a nivel fisiológico, más la presencia de
enfermedades o el uso de ciertos medicamentos que pueden ir asociados a esta etapa
de la vida.
La mujer experimenta gradualmente tales cambios a partir de
la menopausia, mientras en el hombre esto ocurre generalmente a partir de los
60 años. Los cambios en la mujer están bien expuestos en muchas descripciones
del proceso menopáusico y su afectación a nivel sexual, pero diríamos que los
principales están relacionados con el descenso de las hormonas llamadas
estrógenos, y son una disminución en: tamaño y elasticidad de la vagina,
lubricación, sensibilidad en los genitales, e intensidad de los orgasmos (y
aumenta el tiempo entre ellos).
En el hombre hallamos principalmente dos tipos de problemas:
un menor riego sanguíneo de la zona genital; y un descenso de la hormona
testosterona, que lleva al descenso, según corresponda, de: excitación, respuesta
a estímulos sensoriales, tiempo en conseguir y mantener la erección (y en recuperarla
tras eyacular), cantidad de semen expulsado, intensidad del orgasmo,
lubricación y tamaño testicular.
Por supuesto, la observación de estos cambios físicos en el
propio organismo llevan a muchas personas a calificarlas de
"degradación" o algo similar, y todo ello se convierte a su vez en un
poderoso condicionante negativo hacia el goce de la sexualidad. Esto ocurre más
en los hombres que en las mujeres, ellos mismos se auto limitan ante el temor a
un fracaso de su erección o rendimiento sexual; ellas a menudo viven la postmenopausia
con mayor tranquilidad, al dejar de preocuparse por embarazos o anticonceptivos.
Así pues el gran reto de la tercera edad, con respecto a la
sexualidad, se llama adaptación. La persona que simplemente se va adaptando a esos
cambios físicos a medida que surgen, que no los ve por tanto como limitaciones
definitivas, sino que suponen una ocasión para explorar otras vías, tendrá más
posibilidades de seguir disfrutando de una actividad sexual satisfactoria.
Quien haya tenido un perfil adaptativo a lo largo de su vida, frente a los
diversos avatares de su existencia, lo tendrá más fácil. Es absurdo pretender
hacer las cosas tal como se hacían en la juventud, ese es el camino más seguro
hacia la frustración y, como consecuencia, lleva a la progresiva autorrenuncia
a cualquier práctica sexual. El proceso para lograr una buena excitación y/o
erección, por ejemplo, puede diferir de cuando se era joven, pero simplemente
hay que comprenderlo e ir variando ese proceso; el coito o la genitalidad como
objetivo casi exclusivo de la relación sexual (algo típico de la juventud), se
hará bien en relegarlo a una actividad más entre otras (entre otras que habrá
que explorar, si tristemente a lo largo de la vida aún no se ha hecho, que eso
es lo interesante); incorporar mucho más la ternura, abrazos, caricias, besos,
todo bien cargado de sentimiento, va a enriquecer mucho el encuentro
sexual/sensual. La persona poco realista, con un perfil soñador o idealista,
demasiado ensimismada, tendente a revivir muy a menudo hechos del pasado, lo
tendrá más difícil.
Si el gran reto es desarrollar una sana y creativa capacidad
de adaptación a los cambios en el propio organismo, el gran obstáculo para las
personas mayores quizá radica, todavía, en el entorno social: éste aún cultiva creencias
absolutamente falsas, como que es algo vergonzoso, que a esa edad ya no se
tiene deseo sexual, que es malo para la salud, que las experiencias sexuales son
mucho menos satisfactorias, que si hay sexo éste irá asociado a desviaciones o
perversiones (el "viejo verde"), etc.
En nuestros tiempos, gracias en parte al estamento médico
que asegura que la actividad sexual en esta edad es saludable física y psicológicamente,
la sexualidad de las personas mayores está dejando de ser un tabú, pero aún es
considerada algo vergonzoso o fuera de lugar. Es decir, que a los auto
condicionamientos psicológicos negativos antes mencionados, hay que añadir la
presión de una parte importante de la sociedad que cree que estas cosas no son
propias de tal edad, presión que, por desgracia, a menudo es asimilada por la
persona mayor y transformada en creencia propia, en una autolimitación
psicológica más.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud
sexual y reproductiva como un estado de bienestar físico, social y mental que
acompaña al ejercicio de la sexualidad y la reproducción, No se trata sólo de
la ausencia de enfermedades o problemas, implica que los individuos tienen la
capacidad de reproducirse, lo que conlleva la regulación de la fertilidad, sin perjuicio
de su salud, acompañado de una sensación de seguridad en el ejercicio de las relaciones
sexuales y reproductivas.
Con lo anterior, se está implicando el papel protagónico tanto
de las mujeres como de los hombres en las decisiones que les afectan como seres
humanos libres, desde el punto de vista del ejercicio de la sexualidad y la
reproducción. Por ello, cada vez más se están llevando a cabo campañas que
promueven la salud sexual y reproductiva en la cual todos los individuos pueden
mejorar su calidad de vida.
Está demostrado que existe una estrecha relación entre el
mayor conocimiento sobre este tema y la satisfacción de las necesidades
prácticas mediante el control y espaciamiento del número de hijos que se
quieren tener, especialmente por parte de las mujeres. Por ello, la planificación
familiar puede ayudar a que se incrementen las oportunidades de ingreso a la educación
en todos los niveles, así como la participación laboral y comunitaria.
La mayor promiscuidad presente en los hombres no solo les
afecta a sí mismos, sino a sus parejas estables; pero, debido a los roles
estereotipados, la mujer cuenta con un espacio restringido en su hogar para
plantear el tema de la planificación familiar y la salud sexual y reproductiva,
porque tradicionalmente es el hombre el encargado de tomar decisiones con respecto
al número de hijos que desea tener e, igualmente, frente a las prácticas
sexuales que mantiene con su pareja. Paradójicamente, ella siente temor de ser
acusada de infidelidad.
Además de los mitos y tabúes, dentro de las razones que
tienen los hombres para evitar el uso del preservativo, por ejemplo, se
encuentran el temor a perder la erección al utilizarlo y la pérdida de
sensibilidad en el contacto genital; y, por parte de las mujeres, el temor a
sufrir irritaciones vaginales por el roce o por las sustancias de fabricación
del preservativo.
Pese al supuesto control que ejercen los hombres en la
sexualidad, son ellos quienes presentan menor acceso a servicios de salud
sexual y reproductiva, porque perciben que están dirigidos a las mujeres. Es
necesario, por tanto, brindar mayor educación a las mujeres y a los hombres
para llevar una vida sexual libre de enfermedades, lesiones, dolores o riesgo
de muerte. Asimismo, ejercer su sexualidad libre de vergüenza, temor,
culpabilidad o mitos y tabúes, con el fin de disfrutar del derecho a la
integridad corporal y a controlar su propio cuerpo en el marco de la ética
social y personal.
Desde la niñez la gente tiene fantasías sexuales. Sin
embargo, tanto los sueños como las fantasías de carácter erótico se hacen más
frecuentes y explicitas en la adolescencia.
Las fantasías sexuales o de cualquier otro contenido es parte
integral de la vida interior de la persona y una muestra de su capacidad
creativa. Las fantasías eróticas pueden ser placenteras o desagradables,
estimulantes o deprimentes, realizables o no.
La imaginación y la creatividad forman parte del acto de
fantasear. Las fantasías sexuales más frecuentes son la creación de imágenes
sobre la forma de obtener gratificación sexual. Estas pueden ser desencadenadas
por estímulos externos, por propia decisión o se suceden aparentemente en forma
espontanea (estímulos internos).
Lo bueno y lo positivo de las fantasías es que se pueden
experimentar con la variedad, transmutar creativamente e ir más allá de los
limites, sabiendo que pertenecen al mundo peculiar e individual de la
imaginación, donde el placer proporciona el resultado de la perfección de la
situación creada y de lo prohibido o poco permitido de la misma; de hecho,
llevarla a cabo podría en algunos casos ser poco gratificante y doloroso, y en otros
arriesgado para la relación, ya que lo real contienen componentes no tan
perfectos ni adaptados al placer personal, lo puede ser aliciente o decepción.
Según investigaciones efectuadas por los científicos sexuales
estadounidenses William Masters y Virginia Jonson, pueden surgir en diferentes contextos para
poner cierto ánimo o “chispa” en momento concreto, en forma espontanea o
accidental, además de inspirarse en un hecho conocido real, película o libro de
un tema preferido. Estas visualizaciones con cierto contenido específico, como
verse a sí mismo realizando contacto sexual con éxito (según las circunstancias
presentadas), son herramientas que en determinado momento pueden ser parte de las
estrategias de superación de problemas.
Aunque podría decirse que hay tantas fantasías sexuales como
personas, no seria cierto, ya que una misma persona puede tener varias
fantasías y cambiarlas según la situación, la necesidad o la edad, entre otras
variables. Lo que si se puede hacer es agrupar las fantasías por su forma de
ser. Es decir, hay fantasías fijas o recurrentes, es decir, siempre la misma o
muy parecidas entre si (no mas de tres), que repiten personajes o conductas y
que se utilizan voluntariamente para desencadenar la excitación o el orgasmo. Y
por ultimo las hay libres, que se crean en el momento.
La respuesta sexual humana es el conjunto de cambios físicos
y hormonales que poseen los seres humanos frente a las estimulaciones en sus
zonas erógenas, estas respuestas tienen como objetivo facilitar la reproducción
sexual humana
Diferenciaron 5 fases: deseo, excitación, meseta, orgasmo y
resolución.
FASES:
1. DESEO
El cerebro es el principal órgano sexual del ser humano.
La estimulación o la postergación de los impulsos sexuales
procede de nuestros pensamientos; estos pensamientos son inducidos por los
órganos de los sentidos, en especial la visión, la cual estimula zonas de
ensoñación y la fantasía en el cerebro. A su vez, existen conexiones con
centros de control hormonal, que secretan especialmente testosterona y hormona
luteinizante que aumenta el deseo sexual.
No se observan cambios visibles en el cuerpo durante esta
fase, ya que se trata solamente de un proceso mental. La fase del deseo o
apetito sexual debe funcionar para que la persona se interese en la actividad
sexual.
2. EXCITACIÓN
Se puede provocar por muchos estímulos diferentes: la visión de un cuerpo desnudo, una caricia, una mirada... la lista puede ser infinita.
En la Mujer:
- Lubricación vaginal - Aumento del tamaño y dilatación de
la vagina
- El clítoris aumenta su tamaño y sale de su capuchón
- Las mamas crecen y los pezones se ponen erectos
En el hombre:
- Erección del pene
- Los testículos aumentan de tamaño
3. MESETA
En la mujer:
- El clítoris se retrae y reduce su longitud.
- Los labios internos o menores se engrosan y color se vuelve rojo intenso
- Aumento de las mamas
-Durante la fase de meseta, los dos tercios internos de la
vagina se expanden un poco más, al tiempo que el útero se eleva. Con
frecuencia, durante esta fase disminuye la lubricación vaginal en relación con
el volumen que se produce durante la fase de excitación.
En el hombre:
- El pene se engrosa, adoptando un color oscuro
- Secreción de las glándulas de Cowper apareciendo la
emisión pre-seminal
- Se cierra del esfínter interno de la vejiga.
En los dos sexos se da un aumento de la tensión muscular, de
la respiración, de la presión y del ritmo cardíaco.
4. ORGASMO
Si la actividad sexual prosigue, se alcanza el clímax
deseado: el orgasmo. En los dos sexos hay una sensación de no vuelta atrás, y
de pérdida de control de los músculos, donde se libera toda la tensión tanto
física como psicológica.
En la mujer, se conocen varios tipos de orgasmos:
1. Orgasmo
vaginal.
2. Orgasmo
clitorial.
3. Orgasmo
mixto.
El primero consiste en realidad en una estimulación
indirecta del clítoris, por lo que se conoce como el mecanismo prepucial –
glandal que se debe al roce durante los movimientos de la penetración de los
extremos de los labios menores y del capuchón del clítoris sobre éste. Por otro
lado, la vagina carece de terminaciones nerviosas y por lo tanto de
sensibilidad, excepto en el primer tercio a continuación de la entrada de la
vagina.
El orgasmo clitorial responde a una estimulación directa del
clítoris, mientras que el mixto se conoce como el resultante de la estimulación
vaginal y del clítoris.
No obstante, no se puede hablar de un orgasmo vaginal como
tal, por la influencia indirecta de la estimulación del clítoris.
- Contracciones de la
vagina, el útero y de la plataforma
orgásmica.
- Cambios
cardíacos, respiratorios
- Tensión
Muscular
- Contracciones del esfínter rectal
- Contracciones del perineo
En el hombre:
- Contracciones que dan lugar a la expulsión del semen
acompañado de una sensación de no poder evitarse.
- Contracciones del pene y uretra – Elevación de la bolsa escrotal
(testículos)
- Contracciones del esfínter del recto
- Contracciones del perineo
- Cambios
cardíacos, respiratorios
- Tensión
Muscular
En ambos
La tensión muscular ocurre desde la cabeza hasta los dedos
de los pies. Los músculos del cuello se ponen rígidos. La espalda se arquea y
los músculos de los muslos se ponen muy tensos.
La tensión se ve reflejada en el rostro.
5. RESOLUCIÓN
La fase de resolución consiste en el retorno al estado
inicial. Se siente un estado de relajación mental y física.
En la mujer:
Pueden saltarse este
período hacia la consecución de un nuevo orgasmo.
- El útero vuelve a su posición de reposo
- Clítoris disminuye su tamaño, volviendo a su capuchón
En el hombre:
- Flacidez del pene.
- Descenso de los testículos y reducción del tamaño del
escroto.
En ambos baja el ritmo cardíaco, respiratorio, el rubor
sexual tarda un poco más en desaparecer. Los músculos de todo el cuerpo se
relajan, pueden existir movimientos involuntarios (reflejos) de las piernas y
brazos – Se siente la necesidad de descanso y relajación.
La sexualidad humana representa el conjunto de comportamientos que conciernen la satisfacción de la necesidad y el deseo sexual. Al igual que los otros primates, los seres humanos utilizan la excitación sexual con fines reproductivos y para el mantenimiento de vínculos sociales, pero le agregan el goce y el placer propio y el del otro.
El sexo también desarrolla facetas profundas de la afectividad y la conciencia de la personalidad. En relación a esto, muchas culturas dan un sentido religioso o espiritual al acto sexual (Taoísmo, Tantra), así como ven en él un método para mejorar (o perder) la salud.
En la sexualidad humana pueden distinguirse aspectos relacionados con la salud y el placer, aspectos legales, religiosos, etc. El concepto de sexualidad comprende tanto el impulso sexual, dirigido al goce inmediato y a la reproducción, como los diferentes aspectos de la relación psicológica con el propio cuerpo (sentirse hombre, mujer o ambos a la vez) y de las expectativas de rol social.
En la vida cotidiana, la sexualidad cumple un papel muy destacado ya que, desde el punto de vista emotivo y de la relación entre las personas, va mucho más allá de la finalidad reproductiva y de las normas o sanciones que estipula la sociedad.