viernes, 2 de noviembre de 2012

Sexo en la tercera edad


El envejecimiento no influye en una posible pérdida del deseo sexual, éste puede estar presente de hecho hasta el momento de la muerte. Hay estudios que incluso apuntan a que la libido, en algunos casos, aumenta a lo largo de la vida. Si ocurre esta pérdida, se debe más a cambios psicológicos, creencias o estereotipos erróneos. El principal condicionamiento, por supuesto, son los cambios a nivel fisiológico, más la presencia de enfermedades o el uso de ciertos medicamentos que pueden ir asociados a esta etapa de la vida.
La mujer experimenta gradualmente tales cambios a partir de la menopausia, mientras en el hombre esto ocurre generalmente a partir de los 60 años. Los cambios en la mujer están bien expuestos en muchas descripciones del proceso menopáusico y su afectación a nivel sexual, pero diríamos que los principales están relacionados con el descenso de las hormonas llamadas estrógenos, y son una disminución en: tamaño y elasticidad de la vagina, lubricación, sensibilidad en los genitales, e intensidad de los orgasmos (y aumenta el tiempo entre ellos).
En el hombre hallamos principalmente dos tipos de problemas: un menor riego sanguíneo de la zona genital; y un descenso de la hormona testosterona, que lleva al descenso, según corresponda, de: excitación, respuesta a estímulos sensoriales, tiempo en conseguir y mantener la erección (y en recuperarla tras eyacular), cantidad de semen expulsado, intensidad del orgasmo, lubricación y tamaño testicular.
Por supuesto, la observación de estos cambios físicos en el propio organismo llevan a muchas personas a calificarlas de "degradación" o algo similar, y todo ello se convierte a su vez en un poderoso condicionante negativo hacia el goce de la sexualidad. Esto ocurre más en los hombres que en las mujeres, ellos mismos se auto limitan ante el temor a un fracaso de su erección o rendimiento sexual; ellas a menudo viven la postmenopausia con mayor tranquilidad, al dejar de preocuparse por embarazos o anticonceptivos.
Así pues el gran reto de la tercera edad, con respecto a la sexualidad, se llama adaptación. La persona que simplemente se va adaptando a esos cambios físicos a medida que surgen, que no los ve por tanto como limitaciones definitivas, sino que suponen una ocasión para explorar otras vías, tendrá más posibilidades de seguir disfrutando de una actividad sexual satisfactoria. Quien haya tenido un perfil adaptativo a lo largo de su vida, frente a los diversos avatares de su existencia, lo tendrá más fácil. Es absurdo pretender hacer las cosas tal como se hacían en la juventud, ese es el camino más seguro hacia la frustración y, como consecuencia, lleva a la progresiva autorrenuncia a cualquier práctica sexual. El proceso para lograr una buena excitación y/o erección, por ejemplo, puede diferir de cuando se era joven, pero simplemente hay que comprenderlo e ir variando ese proceso; el coito o la genitalidad como objetivo casi exclusivo de la relación sexual (algo típico de la juventud), se hará bien en relegarlo a una actividad más entre otras (entre otras que habrá que explorar, si tristemente a lo largo de la vida aún no se ha hecho, que eso es lo interesante); incorporar mucho más la ternura, abrazos, caricias, besos, todo bien cargado de sentimiento, va a enriquecer mucho el encuentro sexual/sensual. La persona poco realista, con un perfil soñador o idealista, demasiado ensimismada, tendente a revivir muy a menudo hechos del pasado, lo tendrá más difícil.
Si el gran reto es desarrollar una sana y creativa capacidad de adaptación a los cambios en el propio organismo, el gran obstáculo para las personas mayores quizá radica, todavía, en el entorno social: éste aún cultiva creencias absolutamente falsas, como que es algo vergonzoso, que a esa edad ya no se tiene deseo sexual, que es malo para la salud, que las experiencias sexuales son mucho menos satisfactorias, que si hay sexo éste irá asociado a desviaciones o perversiones (el "viejo verde"), etc.
En nuestros tiempos, gracias en parte al estamento médico que asegura que la actividad sexual en esta edad es saludable física y psicológicamente, la sexualidad de las personas mayores está dejando de ser un tabú, pero aún es considerada algo vergonzoso o fuera de lugar. Es decir, que a los auto condicionamientos psicológicos negativos antes mencionados, hay que añadir la presión de una parte importante de la sociedad que cree que estas cosas no son propias de tal edad, presión que, por desgracia, a menudo es asimilada por la persona mayor y transformada en creencia propia, en una autolimitación psicológica más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario